Enseña a tus hijos a no saturar la habitación de decoración


Escrito y verificado por el historiador del arte Francisco Jiménez
Un problema muy habitual entre las familias es el desorden que generan nuestros hijos en sus cuartos. Siempre terminan trayendo a casa todo tipo de cosas y provocan un almacenamiento que no es positivo para la vivienda. Por eso, enseña a tus hijos a no saturar la habitación de decoración.
Cuántas veces nos ha pasado que hemos entrado a ver a nuestro hijo a su cuarto y, además de estar todo desordenado, también tiene un gran número de artilugios encima de la mesa, por las estanterías, en el suelo, etc.; incluso, las paredes repletas de pósteres.
Antes de que se llegue a ese punto, hay que enseñarles que lo más importante de todo es la “higiene decorativa”, es decir, que no se llene todo de adornos y recursos de los cuales van a ser útiles solamente la mitad. Vamos a ver algunos consejos prácticos para no caer en esa saturación.
La educación lo es todo para no saturar la habitación

Si tienes pensado tener hijos, o ya los tienes y aún son pequeños, es importante que los eduques con tres principios fundamentales:
- El orden lo es todo. Si saben que su habitación debe estar siempre organizada, arreglada, la cama siempre hecha y nada tirado por el suelo, entonces es un gran logro. Deben aprender a dejar todo en su sitio, sin que haya desconcierto ni caos.
- Otro factor importante es la limpieza. Desde bien pequeños deben aprender que la habitación debe estar siempre limpia. La higiene del espacio privado es fundamental; esto debe ser un principio básico y cotidiano.
- La armonía decorativa es muy importante, ¿por qué? Principalmente, porque la habitación de tu hijo está dentro de una vivienda en la que reside más gente y que guarda una sintonía decorativa; no puede haber un espacio radicalmente diferente que destruya la armonía del conjunto.
Al ser padres, hay que dar ejemplo, enseñar y observar.
Detectar el problema

El mayor problema viene cuando nuestros hijos llegan a la adolescencia. Este período es muy complicado para la familia, principalmente, porque comienzan las rebeldías, los enfrentamientos, aumentan las discusiones y se pueden desligar los lazos con los padres.
Es posible que uno de los damnificados de este proceso sea la habitación. La dejadez comienza a ser un tópico que se repite. Además, se descuida el orden y la higiene. Por eso, es importante que estemos al tanto de lo que ocurre, sin llegar a entrar en conflictos.
Si se ha llegado a detectar este problema, lo primero que hay que hacer es tener paciencia, pensar y buscar soluciones. A través del diálogo puede conseguirse todo. Habrá épocas en las que tu hijo entre en razón y otras en las que aplique el pasotismo, pero nunca hay que dar nada por perdido.
Enséñale algunas pautas a seguir

Aunque tu hijo sea pequeño, adolescente o universitario, el desorden puede estar presente. Es importante que les enseñemos siempre pautas a seguir para que no se caiga en la desidia. De hecho, ellos se sentirán mejor siempre que lleguen a su cuarto y esté todo en orden.
- Lo primero que hay que hacer es dar ejemplo. Nuestro dormitorio debe estar siempre impoluto, sin ningún desperfecto, bien organizado y con la decoración más conveniente.
- En segundo lugar, conviene que abordemos el tema con tacto, hablando y concienciando sobre la necesidad de no saturar la habitación con todo tipo de recursos que lo único que van a generar es desorden.
- Siempre que traigan algún elemento decorativo a casa es importante que nos lo enseñen y evaluemos si realmente merece la pena tenerlo. En todo caso, puede sustituirse un recurso por otro y así no llegar a almacenar de manera descontrolada.
- Cuando vayan a limpiar y organizar el cuarto, deben hacerlo ellos mismos. Nosotros podemos colaborar, pero que aprendan cómo se hace y que adquieran buenos hábitos.
No saturar la habitación nos enriquece personalmente

Cada día cuando llegamos a casa nos gusta tener todo en su sitio, sin alteraciones de ningún tipo. Por eso, un niño pequeño debe tener esto presente, ya que le ayudará a sentirse mejor en el día a día. Estamos refiriéndonos a un enriquecimiento personal. Si no saturamos la habitación de cosas, conseguiremos que el espacio esté oxigenado, sin excesos decorativos inútiles.
Un problema muy habitual entre las familias es el desorden que generan nuestros hijos en sus cuartos. Siempre terminan trayendo a casa todo tipo de cosas y provocan un almacenamiento que no es positivo para la vivienda. Por eso, enseña a tus hijos a no saturar la habitación de decoración.
Cuántas veces nos ha pasado que hemos entrado a ver a nuestro hijo a su cuarto y, además de estar todo desordenado, también tiene un gran número de artilugios encima de la mesa, por las estanterías, en el suelo, etc.; incluso, las paredes repletas de pósteres.
Antes de que se llegue a ese punto, hay que enseñarles que lo más importante de todo es la “higiene decorativa”, es decir, que no se llene todo de adornos y recursos de los cuales van a ser útiles solamente la mitad. Vamos a ver algunos consejos prácticos para no caer en esa saturación.
La educación lo es todo para no saturar la habitación

Si tienes pensado tener hijos, o ya los tienes y aún son pequeños, es importante que los eduques con tres principios fundamentales:
- El orden lo es todo. Si saben que su habitación debe estar siempre organizada, arreglada, la cama siempre hecha y nada tirado por el suelo, entonces es un gran logro. Deben aprender a dejar todo en su sitio, sin que haya desconcierto ni caos.
- Otro factor importante es la limpieza. Desde bien pequeños deben aprender que la habitación debe estar siempre limpia. La higiene del espacio privado es fundamental; esto debe ser un principio básico y cotidiano.
- La armonía decorativa es muy importante, ¿por qué? Principalmente, porque la habitación de tu hijo está dentro de una vivienda en la que reside más gente y que guarda una sintonía decorativa; no puede haber un espacio radicalmente diferente que destruya la armonía del conjunto.
Al ser padres, hay que dar ejemplo, enseñar y observar.
Detectar el problema

El mayor problema viene cuando nuestros hijos llegan a la adolescencia. Este período es muy complicado para la familia, principalmente, porque comienzan las rebeldías, los enfrentamientos, aumentan las discusiones y se pueden desligar los lazos con los padres.
Es posible que uno de los damnificados de este proceso sea la habitación. La dejadez comienza a ser un tópico que se repite. Además, se descuida el orden y la higiene. Por eso, es importante que estemos al tanto de lo que ocurre, sin llegar a entrar en conflictos.
Si se ha llegado a detectar este problema, lo primero que hay que hacer es tener paciencia, pensar y buscar soluciones. A través del diálogo puede conseguirse todo. Habrá épocas en las que tu hijo entre en razón y otras en las que aplique el pasotismo, pero nunca hay que dar nada por perdido.
Enséñale algunas pautas a seguir

Aunque tu hijo sea pequeño, adolescente o universitario, el desorden puede estar presente. Es importante que les enseñemos siempre pautas a seguir para que no se caiga en la desidia. De hecho, ellos se sentirán mejor siempre que lleguen a su cuarto y esté todo en orden.
- Lo primero que hay que hacer es dar ejemplo. Nuestro dormitorio debe estar siempre impoluto, sin ningún desperfecto, bien organizado y con la decoración más conveniente.
- En segundo lugar, conviene que abordemos el tema con tacto, hablando y concienciando sobre la necesidad de no saturar la habitación con todo tipo de recursos que lo único que van a generar es desorden.
- Siempre que traigan algún elemento decorativo a casa es importante que nos lo enseñen y evaluemos si realmente merece la pena tenerlo. En todo caso, puede sustituirse un recurso por otro y así no llegar a almacenar de manera descontrolada.
- Cuando vayan a limpiar y organizar el cuarto, deben hacerlo ellos mismos. Nosotros podemos colaborar, pero que aprendan cómo se hace y que adquieran buenos hábitos.
No saturar la habitación nos enriquece personalmente

Cada día cuando llegamos a casa nos gusta tener todo en su sitio, sin alteraciones de ningún tipo. Por eso, un niño pequeño debe tener esto presente, ya que le ayudará a sentirse mejor en el día a día. Estamos refiriéndonos a un enriquecimiento personal. Si no saturamos la habitación de cosas, conseguiremos que el espacio esté oxigenado, sin excesos decorativos inútiles.
- Arango Cálad, Carlos: Psicología comunitaria de la convivencia, Programa Editorial Universidad del Valle, 2006.