Cómo utilizar los colores en el diseño de interiores
Escrito y verificado por la técnico en Decoración de Interiores 3D Sonia Budner
A la hora de decorar un espacio, tenemos mucho sobre lo que elegir. Numerosos estilos y períodos, tejidos y materiales diversos. Pero es nuestra preferencia por una gama de color la que termina marcando decisiones. En realidad, es donde todo comienza. Por eso, es importante saber cómo utilizar los colores en el diseño de interiores.
Hoy vamos a volver a lo básico. Vamos a abordar algunos conceptos básicos de la teoría del color, de manera que el uso de este elemento empiece a resultar fácil para todos. Comprender los secretos del color y su relación entre sí hará que controlemos mejor el diseño de cualquier habitación.
Después de todo, el color no aporta solo belleza. Los colores son los que añaden a nuestras vidas el carácter, la personalidad y el estado ánimo. Los colores pueden hacernos sentir felices, tranquilos, animados, serenos e, incluso, frescos y renovados. Debemos empezar por observar los colores y preguntarnos cómo nos hacen sentir.
Saber utilizar los colores: la teoría del color
Seguro que todos hemos estudiado algunos fundamentos más o menos amplios de la rueda de los colores cuando éramos niños. Bueno, pues ahora es momento de desempolvar esos recuerdos y volver a hacer un intento de conocerlos más a fondo.
Para saber cómo utilizar los colores en decoración, es imprescindible entender cómo la luz les afecta. Estos dos conceptos van siempre de la mano. En realidad, la rueda de los colores es una representación visual de los doce colores que combinan entre ellos.
Aunque sabemos que solo existen siete, las ruedas de color en decoración comienzan en doce colores. Ahora veremos por qué. Este es también un número básico que teóricamente podría ampliarse hasta infinitos números de tonos. Empezaremos por hacer un repaso a los tipos de colores y qué es lo que evocan.
Los colores básicos
Esta es la parte que explica por qué jugamos con doce colores como base en vez de con siete. Básicamente, los colores se descomponen en tres tipos:
- Colores primarios: son el rojo, el azul y el amarillo. Son primarios porque no se pueden obtener mezclando otros colores.
- Colores secundarios: son el naranja, el púrpura y el verde. Estos se pueden obtener mezclando los colores primarios.
- Colores terciarios: son los otros seis tonos que pueden obtenerse mezclando colores primarios y secundarios.
Para saber utilizar los colores en el diseño de interiores, hay que tener claro que los colores primarios y secundarios son los que aportan una iluminación instantánea a cualquier espacio que queramos decorar. Empezaremos por elegir un color de los doce tonos de la rueda de color básica. Este será la base desde donde comenzar a elegir el tono que más nos guste en esa gama.
Buscando el tono exacto: tinte, sombra y tono
Con nuestro color base ya elegido, el siguiente paso es jugar con los colores neutros para obtener muchas versiones diferentes del mismo color hasta obtener el que nos guste. Los colores neutros afectan significativamente a cualquier otro color. Para ello, en diseño de interiores utilizamos tres técnicas.
- Tinte: es cuando iluminamos cualquier color añadiéndole blanco como tono neutro.
- Sombra: al contrario, es el acto de oscurecer un color agregándole negro como tono neutro.
- Tono: parecido a la sombra, pero mezclando el color base con gris en vez de negro. De esta manera, se oscurece, pero solo ligeramente.
La temperatura del color
Entender la temperatura del color es muy importante en el diseño de interiores. Esta es una característica de los colores que determina qué lugar ocupa en la rueda de color.
- Los colores cálidos: rojos, naranjas y amarillos. Son colores muy vibrantes, y es eso exactamente lo que transmiten a los espacios en decoración.
- Los colores fríos: azules, morados y verdes. Estos son los colores que aportan serenidad y calma.
Lo más importante a la hora de decidirse por un color frío o caliente no es solo la sensación que queramos conseguir, sino el tamaño de la habitación. Si nos decidimos por tonos fríos en espacios demasiados grandes, el resultado que obtenemos es de demasiada crudeza. Por el contrario, si aplicamos tonos cálidos en espacios muy pequeños, la sensación es claustrofóbica.
Colores complementarios
Esta es la parte sencilla de utilizar los colores en decoración. Para complementar un color que hayas elegido como base, solo tienes que buscarlo en los que se encuentran al otro lado de la rueda de color. Es fundamental que el color base actúe como color dominante y el complementario se utiliza siempre como tono de acento.
El tono de acento se aplica en un 10 %, como mucho un 15 % del total del color de un espacio. Cuando los colores elegidos son complementarios, por su gran impacto visual, se debe agregar tonos neutros a la estancia. De lo contrario, el espacio queda desequilibrado desde el principio. Lo más apropiado es utilizarlo en elementos decorativos, o sobre un punto en el que se quiera focalizar la atención.
Si esta combinación nos resulta demasiado llamativa, podemos recurrir a lo que llamamos colores divididos complementarios. En vez de elegir el color complementario en la parte opuesta de la rueda de color, elegiremos alguno que se encuentre dos tonos a cada lado del opuesto.
Existe otra técnica de uso de colores complementarios que consiste en utilizar cuatro colores en la misma estancia. En este caso se eligen dos colores base y cada uno de sus opuestos.
Colores análogos
Esta combinación es sencilla y suele resultar siempre un acierto. Se utilizan dos colores primarios y un tercero que sea mezcla de ellos. Para los colores análogos utilizaremos la técnica del 60-30-10. Esto es, 60 % de color dominante, 30 % de color complementario y 10 % de tono acento.
La otra combinación de colores análogos la podemos realizar con los neutros. Más fácil aún. Solo hay que mezclar con los mismos porcentajes el negro, el blanco y el gris. A esta combinación se la conoce en diseño de interiores como decoración monocromática.
Esquema de color cuadrado
Este esquema utiliza también cuatro tonos, pero no son opuestos. Deben elegirse espaciados uniformemente en la rueda de color, asegurándonos que uno es primario, otro secundario y los otros dos terciarios. En este caso, uno de ellos debe dominar la habitación en un 60 %, y los otros tres en un 10 % cada uno.