Estilo minimalista: pasión por la recta
Escrito y verificado por la interiorista Goretti Ayubes
El estilo minimalista y esa pasión por la recta siguen estando de gran actualidad. Este estilo nos ayuda a crear espacios diáfanos, donde hay un uso casi espartano del color y una reducción drástica de los elementos decorativos. Un estilo que busca la belleza en la mínima expresión.
Aunque la corriente artística del minimalismo nació en la década de 1960, el estilo decorativo que lleva este nombre no surgió hasta tres décadas más tarde. Su máxima es ‘menos es más’, frase del arquitecto funcionalista Mies van der Rohe.
El funcionalismo es, precisamente, una de las bases de este estilo, ya que su visión racionalista del espacio exige que sea la función la que decida si un elemento decorativo debe aparecer o no. Por lo tanto, cualquier elemento prescindible es eliminado del ambiente.
La estética de lo elemental del estilo minimalista
El estilo minimalista reduce al mínimo el mobiliario, los accesorios, incluso las formas y los colores, para llegar a la esencia. Con esta economía de elementos se persigue crear espacios simples y abiertos, pero llenos de energía.
En estos ambientes, cada pieza adquiere un gran protagonismo, ya que todo lo que aparece está totalmente expuesto. Por todo ello, resulta esencial el predominio del orden.
El espacio, el rey
Este estilo se basa en las formas geométricas básicas, la integración de planos y la ausencia de ornamento. Se prima el todo frente al objeto. De ahí su insistencia en eliminar lo superfluo para que la atención se centre en el espacio: cuantos menos elementos haya, mayor será el efecto de la decoración.
Lo que da mucha fuerza a este estilo es la coherencia entre los distintos espacios para formar un todo. Por eso, se emplea con frecuencia en la decoración de lofts.
Claves para acertar
Al tratarse de un estilo de vanguardia, y debido a sus particularidades decorativas, es mejor aplicarlo en edificaciones modernas, aunque tampoco se descarta absolutamente su uso en construcciones antiguas.
En los ambientes minimalistas es imprescindible que paredes, suelos, techos y, en general, cualquier superficie, tanto vertical como horizontal, aparezcan limpios e ininterrumpidos.
Es muy importante en este estilo el uso de materiales de extraordinaria calidad, incluso en los muebles y en los adornos más sencillos. Es muy recomendable el uso de acabados industriales, como el cemento, el hormigón, el acero; así como los laminados y plastificados.
Otros de sus materiales preferidos son la madera y algunos tipos de piedra. En todos los casos se intenta presentar el material de la forma más neutra posible para que conserve intacta su fuerza visual.
El mobiliario y la pasión por la sencillez en el estilo minimalista
¿Sabes qué muebles son los más idóneos para ambientar este estilo? Tienes que tener en cuenta que el mobiliario minimalista se distingue por su sencillez y funcionalidad, esto no significa que se descuide su aspecto estético.
De elaboración simple, los muebles siguen formas geométricas puras. Son piezas de gran calidad y estricto diseño en las que predominan las superficies planas y las líneas rectas. De ellos ha sido eliminado todo tipo de adornos.
Mayoritariamente, los colores que se utilizan son sobrios; y los tapizados, cuando los hay, huyen de los estampados con cualquier clase de dibujo.
Los sofás y butacas son preferiblemente de respaldos cuadrados y planos. Los cojines se eliminan o, si se utilizan, se reducen al mínimo y sin ningún tipo de adorno. En el estilo minimalista no tienen cabida los flecos, los lazos y los fruncidos.
Las sillas son también de líneas ligeras y rectas. Las mesas son de una gran sencillez: un buen ejemplo de mueble minimalista es una mesita auxiliar reducida a un simple cubo de madera.
El color y el poder de la monocromía
El estilo minimalista utiliza una absoluta monocromía en suelos, techos y paredes. Como no podría ser de otra manera, el blanco es el color que se usa como eje de la decoración.
Este color evoca como ningún otro la imagen de pureza y relajación que proyecta este estilo. El blanco contribuye a aumentar la sensación de amplitud y desnudez del espacio.
El minimalismo no permite los colores demasiado vivos, por lo que la alternativa al blanco como base de la decoración son los colores neutros y claros: gris, beige, pastel…
Los puntos de interés visual se consiguen introduciendo toques de color en los muebles y en obras de arte. Se emplean colores que contrasten, pero sin caer en las estridencias.
La iluminación: una gran aliada en el estilo minimalista
Los ambientes minimalistas son generalmente espacios con grandes ventanales por los que entra la luz natural. Para la luz artificial es mejor escoger una luz ambiente e indirecta. Para conseguirla se emplean lámparas de pie, apliques o hilos de luz.
Las pantallas y los pies de las lámparas son de una gran sencillez, y los apliques se reducen a la mínima expresión. Y ahora dime, ¿te identificas con este estilo?