La relación entre la identidad personal y la decoración del hogar
Escrito y verificado por el historiador del arte Francisco Jiménez
En todo momento, queremos que nuestra casa sea un lugar que afirme los gustos personales; de ahí, la importancia de que exista una relación entre la identidad personal y la decoración del hogar.
Cualquiera de las habitaciones se convierte en un “escenario” donde mostramos quiénes somos en realidad. La elección de los recursos, colores y mobiliario no se hace de forma aleatoria, sino por una apetencia propia y unos criterios con los que obtener cierta satisfacción.
Todo esto proporciona comodidad, bienestar, tranquilidad y sensatez. No sentiremos lo mismo si copiamos o tratamos de reflejar lo que no somos en realidad. El mero hecho de no encajar en un lugar nos hará sentir disconformes con nuestra forma de vida.
Un hogar con personalidad
Normalmente, no nos cuestionamos el estado de la casa o si realmente nos gusta la decoración que tenemos o si; en el fondo, somos conformistas y nos acostumbramos a tener una serie de elementos para rellenar.
El principal objetivo es que reconozcamos nuestra personalidad. Para ello, es preciso detenerse y valorar qué necesitamos para alcanzar una meta. Esto requiere tiempo y dedicación ya que, si no tenemos las ideas clara, conviene bucar inspiración visitando tiendas de decoración.
Aunque no lo parezca, tendemos a un pensamiento conservador; es decir, seguimos fórmulas estereotipadas sin ningún tipo de principio o voluntad particular, probablemente por ahorrar tiempo de recapacitar sobre lo que de verdad deseamos. Esto es un error en el que caemos de manera constante.
Cada persona guarda en su interior un tesoro que debe mostrar ante los demás.
Cómo vincular la identidad personal y la decoración
El vínculo que se establezca entre ambos conceptos debe estar bien definido. No podemos trabajarlos sin establecer unos principios de coherencia y unidad; por eso, el objetivo es la consecución del espacio ideal y conseguir soluciones aceptables. Veamos 5 pasos a seguir:
- Lo primero de todo es hacer un análisis de nuestros gustos e inquietudes. Todo aquello que nos conmueve y nos agrada debe ser una prioridad. Por ejemplo, es posible que prefiramos colocar pinturas en las paredes con la pretensión de valorar el arte o, simplemente, colgar fotografías de viajes que hemos realizado.
- Hay que tener cuidado de no caer en el eclecticismo más extremo. Se puede combinar la decoración, pero no convertir la casa en un campo de pruebas donde instalar todo tipo de objetos y colores. Es preciso que todo quede correctamente definido desde el principio.
- Los colores que nos resulten interesantes deben convertirse en una buena opción. Hay que determinar los más convenientes y decidir cuáles escoger. Aquel que más se identifique con nosotros debe ser aplicado en el salón o en el dormitorio.
- El estilo que se emplee para la decoración ha de estar correctamente definido, tanto en los diseños como en la estética final. No es lo mismo el estilo minimalista sencillo al estilo clásico o decimonónico.
- Los estampados suelen ser muy recurrentes para tematizar los interiores. Si elegimos unos en concreto, que sean los que mejor se ajsuten al conjunto.
La identidad personal y la decoración, una cuestión espacial
El propio espacio donde se sitúa la decoración es otro símbolo identificativo. El marco en el que se va a desarrollar la vida personal ha ser el más adecuado; es decir, debemos sentir que estamos en el lugar deseado.
Hay gente que prefiere pisos más estrechos y pequeños, mientras que otros valoran más la amplitud y la diafanidad, como pueden ser los lofts o las grandes mansiones. De hecho, la condición social de cada individuo influye notoriamente en el tipo de vivienda.
Las personas que tienen mayor nivel adquisitivo o que prefieren mostrar más opulencia tienden a comprar casas que muestren su distinción social; en cambio, otras se conforman con algo más sencillo, funcional y básico.
¿Nos sentimos orgullosos de nuestra casa?
Una cuestión que conviene plantearse es si nos sentimos orgullosos del domicilio particular. ¿Realmente nos identifica? Es probable que no nos hayamos detenido a pensar si los elementos adquiridos en la decoración son los que deseamos.
También es cierto que, a lo largo de la vida, surgen nuevas iniciativas e, incluso, cambios en la propia personalidad. Esto puede suponer cierta reflexión sobre la necesidad de cambio para satisfacer nuestras pretensiones.
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- Quan, Diana: El paraíso es tu casa, Barcelona, Penguin Random House, 2017.