Chaise longue Rio, fascinación por la curva
Escrito y verificado por arquitecto Renato Alonso Ampuero Rodríguez
La silla chaise longue Rio es una muestra de la fascinación por la curva que tenía Oscar Niemeyer. Este arquitecto brasileño es uno de los más grandes de su generación. Sus edificios son piezas que combinan de una manera excepcional y delicada escultura y arquitectura.
Niemeyer, gran admirador de las formas curvas y abstractas, materializa este gusto por la curva en la chaise longue Rio. Y es que, habiendo nacido en una ciudad como Río de Janeiro, se inspira en su exuberante naturaleza. Es de esta ciudad que adopta el nombre y la desarrolla en colaboración con su hija Anna Marie Niemeyer.
Diseñada en 1978, esta silla es ya un clásico del mobiliario por sus curvas y por su aire atemporal. Podemos apreciar la belleza de la forma femenina que tanto admiraba Oscar Niemeyer, y la pasión por la geografía de Río de Janeiro.
La arquitectura es algo que tiene cierta fantasía, igual que la poesía. No es una cosa rígida, algo resuelto con regla y cartabón, es algo que surge así, como un sueño.
-Oscar Niemeyer-
Oscar Niemeyer, el arquitecto de la curva
Nacido el 15 de diciembre de 1907 en Río de Janeiro, los edificios de concreto proyectados por este arquitecto brasileño destacan por sus curvas libres de soportes, por su dinamismo y ligereza. Junto con Lucio Costa, proyectan Brasilia, la moderna capital brasileña inaugurada en 1960.
Destacan los diseños del Congreso y los palacios Planalto, Alvorada e Itamaraty y la imponente catedral. Sus diseños aplicaron desde el principio novedosas líneas sinuosas y arriesgadas de hormigón armado.
Ejemplo de esto son sus primeros proyectos: un templo dedicado a San Francisco y un casino a orillas del lago de Pampulha. Con estos proyectos consigue la ansiada fama. Cabe destacar que, actualmente, el casino es un museo de arte contemporáneo.
Luego vinieron grandes proyectos en diversas partes del mundo. Trabaja junto a Le Corbusier en el edificio de Naciones Unidas en Nueva York. Se le encargan la sede del Partido Comunista de Francia, la casa matriz de la editorial Mondadori en Italia y la Universidad de Constantino en Argelia.
Estas obras las proyecta durante su exilio en Europa, obligado por el golpe de estado de los militares de 1966 en Brasil. La tan esperada vuelta a casa ocurre en los 80, periodo en el cual proyecta el Sambódromo de Río de Janeiro. De vuelta en casa, despliega toda la creatividad y toda la alegría de su arquitectura.
Debido a su genio creativo, Niemeyer es considerado uno de los mejores representantes de la arquitectura moderna. Además, por la cantidad y calidad de edificios que proyectó, es uno de los mayores exponentes de la arquitectura del siglo XX.
En 1988, Oscar Niemeyer recibe el premio Pritzker, el más prestigioso en la arquitectura, por una carrera muy fructífera. Este reconocimiento llega de manera tardía para este maestro de la arquitectura, ya que lo recibe a la edad de 81 años.
El hormigón como poesía
Niemeyer buscó constantemente la innovación a través de la invención. Esto diferenciaba, es sus propias palabras, una buena obra de arquitectura de una mala obra. “Si la arquitectura quiere tener el rango de obra de arte, debe ser audaz”, concluía.
Su vida fue una constante exploración del hormigón armado. Gracias a este material pudo plasmar sus excepcionales proyectos ondulantes, rechazando la línea recta que confesaba odiar.
Era un gran admirador de este material, y no estaba seguro si en el futuro aparecería uno más plástico. Combina la fortaleza y la sinuosidad de las obras de este maestro de la arquitectura brasileña.
En el año 2005, donará a España el diseño del proyecto de mayor envergadura que hará en Europa. Este es el Centro Cultural Internacional Oscar Niemeyer, ubicado en la ciudad asturiana de Avilés. Este proyecto, próximo a la ría de Avilés, condensa la mejor arquitectura del artista.
Chaise longue Rio, fascinación por la curva
Es en el exilio donde Oscar Niemeyer empieza a diseñar mobiliario. En su estudio de París en 1971 decide, en colaboración con su hija Anna Maria Niemeyer, diseñar muebles. Anna María ya había supervisado un sinfín de interiores para los principales edificios de Brasilia.
Esta silla, con asiento de mimbre y estructura de madera, tiene el sello característico de sus edificios. Es una evocación y una añoranza a su, por entonces, lejano país.
Sostenía que la silla representaba “las curvas que encuentro en las montañas de mi país, en la sinuosidad de sus ríos, en las olas del océano y en el cuerpo de una mujer amada”.
La chaise longue Rio está hecha de madera laminada curvada y lacada en negro. Sobre la estructura de madera se tensa un tejido de mimbre artesanal, típico de Brasil. Para completar su genial fisionomía, tiene un cojín cilíndrico de cuero negro que sirve de apoyacabezas, el cual es regulable en su altura.
Aunque empezó de manera tardía, sus diseños fueron una extensión de su arquitectura. Sostenía que en sus diseños resultaba, en palabras del mismo arquitecto, “complicado hallar una solución de comodidad y estética”.
Sin lugar a dudas, Oscar Niemeyer y su silla chaise longue Rio son muestra de la fascinación por la curva que tenía este arquitecto brasileño. Aunque es más recordado por su edificios, los muebles diseñados junto a su hija son iconos del diseño moderno de Brasil.