¿Cómo preparar un huerto para el jardín?
Escrito y verificado por el historiador del arte Francisco Jiménez
Si tienes un jardín y quieres sacarle el máximo rendimiento, es momento de que tengas clara la distribución de los espacios y los recursos aplicables en ellos con el fin de tener bien acondicionado el terreno. Por eso, te mostramos cómo preparar un huerto para el jardín.
Muchas veces desaprovechamos los exteriores de la casa; incluso, los empleamos de forma inútil y sin apenas perspectiva de futuro. La decoración no se limita únicamente a elementos ornamentales con formas y colores, también está la posibilidad de sacar otro tipo de provecho.
De esta manera, debemos tener presente que la apariencia propia de un huerto puede proporcionar también un significado estético. Llega a ser un componente decorativo a la vez que útil, ya que mostramos nuestra pasión por la agricultura y, además, le sacamos mucha productividad.
Estudio del terreno antes de preparar un huerto
Si disponemos de un terreno pequeño, como por ejemplo unos 10 o 20 metros cuadrados, tendremos el recinto perfecto para realizar el huerto. No es necesario que adquiera unas dimensiones grandilocuentes; con algo sencillo nos puede bastar para sembrar productos de primera necesidad.
En primer lugar, debemos preparar el terreno y transformarlo en uno fértil. Para ello, ¿qué debemos hacer?
- Divide el espacio en 3 bancales (rectángulos) de 4×1 metros.
- Situamos en cada bancal dos tablas de 4 metros de largo por 20 centímetros de ancho. Lo ideal es que haya una separación de unos 25 centímetros entre medias.
- El resultado final ha de ser de 3 bancales de 4×1 metros. Cada uno estará separado por dos pasillos de unos 25 centímetros de ancho. Es importante ser cuidadoso con la distinción de las partes.
El principal objetivo es mantener la diferenciación de las partes y la correcta distribución de los recursos.
Preparación de la tierra
Una vez que se ha preparado la distribución de los bancales, pasaremos a la preparación de la tierra. Lo primero de todo es mezclar arena de río con tierra arcillosa, sustrato y turba.
Llegados a este punto, se añade abono natural en forma de estiércol de oveja, caballo o vaca. Es importante que se realice en este orden, ya que su contribución en el terreno es diferente en cada momento.
Este proceso no puede realizarse en cualquier época del año. Hay que atenerse a la naturaleza y a los cambios estacionales, sobre todo si residimos en zonas de inviernos muy fríos. De esta manera, iniciaremos el proceso en el mes de febrero, sobre todo en zonas de clima templado-húmedo.
Distribución de los cultivos
Una vez preparado el huerto, podemos distribuir los cultivos a través de una organización bien sistematizada. No hay que hacerlo de forma aleatoria, ya que podría generar ciertos problemas de desarrollo entre las plantas. Una propuesta podría ser la siguiente:
- En el sector de la izquierda podemos sembrar coles. Interesa que no se mezcle lo que se siembra y que se organicen por especies. Por tanto, la lechuga es mejor que esté en una fila, la lombarda en otra paralela y los repollos en una tercera.
- En la parte central podemos sembrar una fila de cebolla valenciana, otra de la morada y, por supuesto, la de puerros. Estos últimos crecen muy bien.
- En el sector de la derecha podemos sembrar una fila de tomates (cualquier variedad es perfectamente viable), otra de pimientos rojos y, por último, otra fila de los verdes de tipo italiano.
Otros aspectos a tener en cuenta para preparar un huerto
Esta estructura de huerto permite ahorrar agua. Basta con cinco minutos diarios de riego para mantener los cultivos en perfecto estado. En este caso habría que mantener esta regularidad si residimos en zonas de ausencia de lluvias. No obstante, los días que sí haya no hay que regar, ya que podríamos ahogarlo y excedernos de agua.
También podemos optar por el riego por goteo. Habría que colocar dos mangueras en cada sector, posicionadas de forma paralela para poder distribuir el agua equitativamente. Todas irían a dar a una central que conecta, a su vez, con el grifo.
Finalmente, debemos hacer mención especial a la observación diaria y el cuidado continuado que se debe prestar. Es la mejor manera de tener un huerto frondoso y colorido, donde el verde sea el color principal que muestre frescura y naturalidad.
Kreuter, Marie-Luise: Jardín y huerto biológicos, MP, 2005.